Peligros y prevención de la contaminación química

El crecimiento urbano e industrial de las últimas décadas ha ocasionado un aumento de la contaminación química y, por tanto, un mayor riesgo para la salud. 
La mayoría de contaminantes químicos producen efectos perjudiciales en función de su concentración, por lo que es importante determinar su existencia y controlar el nivel de cada uno de estos elementos potencialmente peligrosos.

La contaminación química empezó a convertirse en un asunto preocupante para la opinión pública tras la Segunda Guerra Mundial, después de que se hiciesen evidentes las repercusiones de la lluvia radiactiva ocasionada por las guerras y ensayos nucleares. En la década de los 50 se produjo la Gran Niebla de 1952, que se llevó la vida de unas 4.000 personas en Londres, lo que motivó la creación de una de las leyes modernas más importantes sobre el medio ambiente: la Ley del Aire Limpio de 1956.


A menudo oímos hablar de la lluvia ácida, que es un fenómeno producto de la contaminación química. Consiste en una precipitación de cualquier tipo (lluvia, partículas o nieve) con altos niveles de ácido nítrico o ácido sulfúrico. Es causada por la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno que reaccionan con las moléculas de agua formando ácidos muy dañinos. Puede ser por causas naturales, como los óxidos de nitrógeno que ocurren debido a rayos, material vegetal en descomposición o el dióxido de azufre emitido por erupciones volcánicas. Pero la mayoría se deben a la actividad del hombre, sobre todo por la quema de combustibles fósiles.

Otros posibles contaminantes químicos son los pesticidas en la agricultura y, en la ganadería, serían los antibióticos, hormonas, ya sean naturales o sintéticas, o el clenbuterol usado para favorecer el engorde del ganado, entre otros. También son frecuentes las dioxinas, que se liberan en el ambiente cuando se queman materiales que contienen cloro, sin olvidar los mencionados contaminantes químicos naturales, como ciertas toxinas producidas por mohos.

PREVENCIÓN DE LA CONTAMINACIÓN QUÍMICA

Los contaminantes químicos pueden provocar un daño de forma inmediata o a corto plazo (intoxicación aguda), o generar un daño por una exposición prolongada, una intoxicación crónica, como puede ser el caso de una enfermedad profesional. El mayor problema de los efectos de los contaminantes químicos es que, a veces, se sabe muy poco de sus consecuencias potenciales a largo plazo.

Por ello, es importante la prevención, con el objetivo de evitar o, al menos, paliar los efectos negativos del agente contaminante. Las medidas preventivas sobre la contaminación química deben incluir, entre otros:

• la información y formación de las personas potencialmente expuestas a los contaminantes,

• la dotación de equipos de protección en caso de trabajadores en contacto con este tipo de sustancias,
• la limpieza de los lugares afectados,
• la medición y control de estas sustancias en el medio ambiente y
• la existencia de protocolos de actuación en caso de darse una situación de alarma


En conclusión, en nuestra vida diaria deberíamos evitar sustancias químicas contaminantes habituales como, por ejemplo, los aerosoles. Cada molécula de este químico puede deteriorar alrededor de 10.000 moléculas de ozono. También es aconsejable lavar bien frutas y verduras antes de su consumo. Tratar de evitar el contacto con estas sustancias contaminantes es la mejor prevención.

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